A la hora de invertir en un producto que tiene exposición a otros mercados, como la bolsa americana o la deuda emergente, nos podemos encontrar con tres opciones: fondos denominados en euros (en los que las suscripciones y reembolsos se realizan en esa moneda), fondos denominados en una divisa distinta al euro y fondos con cobertura de divisa.
Muchos fondos dan la posibilidad de elegir cualquiera de estas opciones de inversión, comercializando clases del fondo distintas. De este modo, el inversor elige la opción que más le interesa e invierte en la clase del fondo que mejor se ajusta a sus necesidades.
La diferencia entre unas y otras a veces resulta confusa, pero merece la pena que las tengas claras, ya que las rentabilidades entre una clase y otra pueden llegar a ser muy distintas.
Fondos que invierten en tu divisa
Cuando un fondo invierte en activos que cotizan en euros, ya sean acciones o bonos, y el propio producto está denominado en euros (por ejemplo, cualquier fondo de bolsa española), no hay ningún efecto divisa del que preocuparse. Pero ¿qué ocurre si el fondo invierte en otros mercados, como la bolsa americana? En ese caso, se verá inevitablemente expuesto a las fluctuaciones del dólar.
En este sentido, da igual que el fondo esté denominado en euros. Cada vez que calcule el valor liquidativo (generalmente, de forma diaria) tendrá que convertir el valor de las acciones, que cotizan en dólares, a euros. Y, en función del tipo de cambio, la conversión le resultará más o menos favorable al inversor europeo.
Fondos en divisa extranjera
Otra posibilidad es que inviertas en un producto que tenga exposición a otros mercados ajenos a la eurozona y que lo hagas en otra divisa. Siguiendo el ejemplo anterior, puedes invertir en un fondo de bolsa americana, pero denominado en dólares, no en euros. En ese caso, el cálculo del valor liquidativo no requerirá de ninguna conversión de la divisa y reflejará exclusivamente la variación en el precio de los activos, es decir, la revalorización de las acciones en las que invierta (o su depreciación).
Ahora bien, el inversor español tampoco podrá esquivar el efecto divisa. Ten en cuenta que para poder suscribir participaciones del fondo, tendrás que convertir tus euros a dólares, abonando la comisión correspondiente al banco. Y cuando quiera recuperar el capital (si es que quieres gastarlo en la eurozona), no te quedará más remedio que convertirlo otra vez.
Por tanto, como en el caso anterior, el inversor se ve afectado por el efecto divisa. La diferencia radica en el momento en que realiza esa conversión.
Fondos con divisa cubierta
Existe una tercera opción. Algunos inversores quieren invertir en fondos con exposición a otros mercados, pero quieren hacerlo en su propia moneda y sin que la rentabilidad del fondo se vea constantemente afectada por el cambio de divisa. En esos casos, algunos productos ofrecen la posibilidad de invertir en una clase del fondo con cobertura de divisa (o hedged, en inglés).
En este caso, el fondo invierte parte de su patrimonio en derivados financieros que le escudan del efecto divisa. De ese modo, la tasa de cambio entre el euro y el dólar (o entre el euro y la divisa en la que estén cotizando los activos en los que invierta el fondo), se mantiene constante y el inversor no se ve afectado por las fluctuaciones que pueda sufrir.
¿Qué opción me conviene más?
No existe una opción mejor que otra. Todo depende de las preferencias y necesidades que tenga el inversor en materia de divisa. Por ejemplo, para un inversor español puede resultar más cómodo y sencillo invertir en fondos denominados en euros (aunque el fondo tenga exposición a otros mercados), ya que de ese modo no tendrá que realizar ningún cambio de divisa.
Por otro lado, puede resultar práctico invertir con la moneda cubierta si se quiere evitar cualquier tipo de efecto divisa. Pero claro, esto implica un coste para el fondo (cubrir la divisa no es gratis), lo que lo hará algo menos rentable.
Finalmente, los fondos denominados en moneda extranjera pueden resultar interesantes para aquellos inversores que ya disponen de esa divisa (por ejemplo, aquellos que reciben parte de sus ingresos en dólares). O bien para los que consideren que el dólar (o la moneda que sea) está particularmente barato en ese momento. Pero en este último caso, ojo: especular con la evolución de los tipos de cambio suele ser un asunto peliagudo en el que no es fácil acertar.