qué es el capital riesgo y cómo puedes invertir en él

El mundo de la inversión tiene viejos conocidos con los que seguro que estás familiarizado, como la bolsa o el mercado de renta fija. Pero también existe un apartado de inversiones alternativas que quizá te interese, ya que puede proporcionar un plus de rentabilidad a tu cartera, a la vez que aporta diversificación. Dentro de este apartado se encuentra la inversión en ECR o Entidades de Capital Riesgo (private equity), que pueden tener formato de fondo o de sicav. Te explicamos qué pros y contras ofrece, y cómo puedes sacarle partido.

El capital riesgo es un tipo de inversión que se centra generalmente en compañías no cotizadas. Habitualmente se trata de compañías cuyo futuro genera incertidumbre, pero que si finalmente triunfan pueden ofrecer retornos muy jugosos.

Estas empresas suelen ser de pequeño o mediano tamaño y, en ocasiones, se encuentran en sus primeras etapas de desarrollo (venture capital).

Facilitar financiación a este tipo de proyectos puede ser una actividad muy lucrativa. Pero al mismo tiempo, y dado que no se trata de compañías grandes y consolidadas, el riesgo que implican también es superior. Por tanto, son inversiones que ofrecen a la vez mayor potencial y mayor riesgo del habitual.

A la hora de hacer caja, lo habitual es que los fondos de capital riesgo vendan su participación en las empresas que tienen en cartera a otro inversor estratégico o bien que impulsen la salida a Bolsa de la compañía.

Accesible al pequeño inversor

Hasta hace poco, el capital riesgo era cosa de los inversores institucionales y las grandes fortunas . El umbral mínimo para invertir en este tipo de productos se situaba en los 100.000 euros. Sin embargo, una reciente modificación aprobada por el Gobierno ha recortado este listón hasta los 10.000 euros.

Para ello es necesario, que la inversión venga recomendada por un asesor financiero que hará las preguntas necesarias para determinar la idoneidad de dicho producto en tu caso concreto. Además, debe mantenerse y no suponer en ningún caso más del 10% del patrimonio del cliente.

En este sentido, hay que ser conscientes de que este tipo de inversiones conllevan plazos de maduración muy largos, que pueden alcanzar los diez años. Por tanto, sólo son aptos para carteras con un horizonte a largo plazo.

Ventajas

Como explicábamos antes, los objetivos de rentabilidad que se marca el capital riesgo suelen ser muy ambiciosos. A menudo oscilan entre un 10% y un 20% anual.

Cada producto invierte en un número variable de compañías, que dependerá del tamaño del fondo y de su estrategia de inversión. Por tanto, la inversión en una sola ECR permite ganar exposición a diversas compañías a la vez, con el nivel de diversificación que eso supone.

Por otro lado, la gestión se encuentra en manos de profesionales, lo cual es especialmente relevante en este tipo de proyectos. Ten en cuenta que la selección de oportunidades de inversión es mucho más compleja. Son compañías pequeñas, poco conocidas y con menos información pública disponible y, al mismo tiempo, implican un mayor potencial de rentabilidad/riesgo que las empresas cotizadas. De ahí que ir de la mano de un equipo de expertos sea particularmente atractivo.

Desventajas

La otra cara de la moneda es la incertidumbre. El inversor no sólo no dispone de una rentabilidad garantizada, sino que tampoco sabe a ciencia cierta si el producto alcanzará su objetivo de ganancias, si obtendrá menos o si incluso incurrirá en pérdidas. Por tanto, la inversión en este tipo de productos debe suponer una parte relativamente pequeña de tu cartera.

En el lado de los contras también figura la iliquidez. Las compañías en las que invierten estos fondos no son cotizadas, lo que dificulta tanto su valoración como la posibilidad de encontrar un comprador/vendedor que dé contrapartida.

En consecuencia, y a diferencia de los fondos de inversión o los planes de pensiones, que ofrecen liquidez diaria, las ECI sólo pueden dar liquidez con una periodicidad muy limitada; en bastantes casos hay que esperar más de un lustro para obtener dicha liquidez. Lo ideal, por tanto, es dedicar un importe que sepas con seguridad que no vas a necesitar y ser consciente de que, para recoger los frutos, tendrás que ser paciente y esperar al largo plazo.

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