Los fondos que invierten en renta variable, ya sean fondos de bolsa puros o mixtos, se benefician tanto de la revalorización de las compañías como de los posibles dividendos que éstas pueden repartir. La cuestión es ¿qué hacen con esos dividendos?
En realidad, todo depende de la clase a la que pertenezca cada fondo
Clases de acumulación y de reparto
Un fondo de inversión puede ofrecer dos clases (o modalidades) distintas, en función de la política de dividendos: acumulación y distribución/reparto. Cada una de estas modalidades tiene su propio código ISIN.
Esta información consta siempre en el folleto aunque muchos productos incluyen unas siglas en su nombre para anticipar que esa clase es la de acumulación (generalmente ACC, por la palabra accumulation, que significa acumulación en inglés) o la de distribución/reparto (siglas DIS, de distribution).
El fondo es idéntico en ambos casos. Tiene las mismas comisiones, el mismo gestor e invierte exactamente en las mismas compañías. La única diferencia radica en que cada modalidad de fondo hace algo distinto con los dividendos.
La clase de acumulación toma los dividendos de las compañías que tiene en cartera y los reinvierte en el propio fondo. En cambio, la clase de reparto los distribuye a sus partícipes periódicamente.
Imagina que estás invirtiendo en un fondo de bolsa española que tiene acciones de Telefónica en cartera. El día que la compañía paga dividendo, en la clase de acumulación el gestor toma el dinero y lo reinvierte en el propio fondo. En cambio, en la clase de reparto, guarda ese dinero y cada cierto tiempo (de forma, trimestral, semestral o anual, en función de la periodicidad que establezca el folleto) lo distribuye a los partícipes.
La clase de acumulación tiene una ventaja desde el punto de vista fiscal. Cuando un fondo recibe los dividendos de las compañías en las que invierte no tiene que tributar por ellos. Por tanto, puede reinvertirlos aprovechándolos al 100%.
En cambio, el partícipe de la clase de reparto recibe esos dividendos en su cuenta corriente y tendrá que pagar los impuestos correspondientes sí o sí. En consecuencia, si luego quisiera reinvertirlos sólo dispondría del 81% del dinero (el 19% se lo habría quedado Hacienda).
En el medio plazo, esta ventaja fiscal es muy importante. Tanto es así que la mayoría de los fondos sólo ofrece la posibilidad de invertir en ellos a través de la clase de acumulación, ya que es la más eficiente (y demandada por los inversores).
Cuándo se reinvierte el dividendo
El gestor de un fondo en la modalidad de reparto reinvierte los dividendos en el momento (el mismo día o al siguiente) en que la compañía los abona. Por tanto, no los acumula para reinvertirlos.
Esto tiene un impacto positivo en el valor liquidativo del fondo. En otras palabras, no tendrás más participaciones del fondo. Seguirás teniendo las mismas, pero su valor será superior.
No obstante, tampoco esperes que el valor liquidativo del fondo experimente una fuerte subida cada vez que se produzca una reinversión. Piensa que lo habitual es que un fondo tenga numerosas compañías en cartera, por lo que los dividendos abonados por una sola de ellas deberían suponer apenas un pequeño porcentaje sobre el valor total del fondo.
Lo importante es que gota a gota, el fondo va acumulando cada vez más activos (más acciones, por ejemplo, si es un fondo de bolsa) gracias a esas reinversiones. Por tanto, la clase de acumulación tendrá un valor liquidativo más alto que la clase de reparto.
Qué elegir: acumulación o reparto
¿Qué sale más a cuenta? Pues depende de la evolución del fondo. Si el fondo sube, ganarás más con la clase de acumulación ya que habrás ido reinvirtiendo los dividendos en el propio fondo. En cambio, en la clase de reparto, los dividendos se habrán ido acumulando en tu cuenta corriente (menos los impuestos correspondientes).
En cambio, si el fondo lo hace muy mal, te saldrá a cuenta haber recibido ese dinero en efectivo, ya que invertido en el fondo se habría depreciado.
Lógicamente, no tiene mucho sentido que inviertas en un fondo previendo que se va a depreciar (que va a caer). No obstante, los fondos de reparto pueden tener un atractivo adicional y es que permiten la posibilidad de cobrar una renta periódica.
A este respecto, no todos los inversores tienen las mismas metas financieras. Algunos desean sacarle el máximo rendimiento posible a su fondo en el largo plazo y para ellos lo más óptimo es la clase de acumulación. En cambio, otros inversores puede que necesiten sacarle provecho a su dinero pero, al mismo tiempo, conseguir algún tipo de renta periódica con la que complementar sus ingresos. En ese caso, les puede resultar más interesante la clase de reparto.