Lo que debes saber para alcanzar la libertad financiera

Uno de los sueños de cualquier mortal es poder vivir de rentas. Vivir sin tener que ir a trabajar y poder dedicar el tiempo a lo que de verdad nos gusta.

Tenemos una buena noticia para ti, este sueño tiene nombre y apellidos y puede llegar a cumplirse. Te presentamos el concepto de libertad financiera.

¿En qué consiste?

La libertad financiera es uno de los términos de las finanzas personales que más apasiona. Esta libertad está directamente relacionada con el bienestar económico de un individuo aunque no con su riqueza. Una persona es independiente financieramente cuando es capaz de mantener su estilo de vida gracias a sus ahorros o también gracias a que genera otros ingresos que no provengan del propio trabajo, conocidos como ingresos pasivos. Es importante destacar que un individuo que alcance la libertad financiera no tiene por qué tener un elevado nivel de ingresos, pero sí un nivel elevado de tiempo libre. La independencia financiera es un concepto que hace referencia a la riqueza en tiempo y no a la riqueza en dinero.

Erróneamente creemos que a medida que va mejorando nuestra situación laboral y nuestro sueldo, llegará el momento en que nos encontremos en situación de independencia financiera. La realidad es que si dependemos exclusivamente de nuestro sueldo, nunca obtendremos la independencia financiera. Siempre tendremos que canjear nuestro tiempo trabajando a cambio de nuestro sueldo. La única manera de salir de este círculo es conseguir estar en situación de invertir nuestro capital, para obtener más capital.

El concepto se hizo popular a finales de los años noventa, a raíz de la publicación del best seller Padre Rico, Padre Pobre de Robert Kiyosaki que gira en torno a la dualidad entre trabajar por dinero o que el dinero trabaje por ti. Esto, que te puede parecer impensable, es posible. Sólo es cuestión de tener una estrategia que nos conduzca hasta ello y también un poco de paciencia.

¿Cómo se consigue?

Alcanzar la libertad financiera no es sencillo, pero estamos convencidos de que son muchos más sus beneficios que sus inconvenientes por eso te animamos a que te pongas en marcha. Sólo necesitas elaborar un plan que contenga estas premisas:

  • Gasta menos de lo que ganas e invierte la diferencia: Parece obvio, pero muchísimas familias no logran nunca mejorar su situación económica simplemente porque no son capaces de ahorrar. En el día a día, nos acostumbramos a gastar todo de lo que disponemos (peor aún, gastamos más de lo que tenemos y nos endeudamos). Hazte esta pregunta: si de pronto mi sueldo baja un 10%, ¿conseguiría mantener mi nivel de vida? Si eres realmente sincero, probablemente la respuesta es que sí ya que nos hemos acostumbrado a gastar hasta el límite posible. Da igual cómo ahorres mientras lo hagas. Si no sabes  por donde empezar aquí hemos compartido alguna idea.
  • Reinvierte los beneficios de tus inversiones para obtener un crecimiento compuesto: Hemos hablado en varias ocasiones de la importancia del interés compuesto. Si ya reinviertes los beneficios, sigue con este proceso. Si aún es tu asignatura pendiente, hazlo, empieza ya y sigue así hasta llegar al punto en el que lo que genera tu capital sea suficiente como para cubrir tus gastos corrientes.
  • Diversifica tus inversiones de forma eficiente: la distribución que hagamos de nuestras inversiones tiene un gran impacto sobre los resultados, también en las finanzas personales. La diversificación implica no poner todo nuestro dinero en un mismo tipo de inversión, sino dividirlo en varias partes para poder obtener mejores resultados y minimizar el riesgo. El dicho de no poner todos los huevos en la misma cesta, te suena ¿verdad? Diversifica en el tipo de activos en lo que inviertes. Diversifica en el mercado o área geográfica en el que lo haces y diversifica también en el tiempo para evitar comprar en el momento equivocado.

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¿Te lo hemos explicado bien?

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