Se acerca el mes de agosto. Algunos afortunados ya están disfrutando de sus vacaciones, mientras otros están contando los días que faltan para hacer las maletas. Y entre los preparativos que deberíamos hacer para poder descansar y desconectar al 100% surge la siguiente duda: ¿deberías tomar alguna precaución con tu cartera de inversiones?
Por un lado, es posible que durante las vacaciones ya no dispongas del tiempo (o el wifi) necesarios para estar pendiente de los mercados. Pero además hay otro factor que debes sopesar: el mes de agosto resulta especialmente turbulento para los mercados bursátiles.
En esta etapa del año los menores niveles de actividad y unos volúmenes de negociación más bajos, suelen llevar a una mayor volatilidad como consecuencia de la mayor sensibilidad de los mercados.
Dicho de otra manera, hay menos operadores comprando y vendiendo, lo que reduce la liquidez. Por tanto, si se produce alguna noticia, las oscilaciones en los precios de las acciones pueden ser más acusadas.
De hecho, en las últimas dos décadas, agosto ha sido el mes en el que más se ha incrementado la volatilidad promedio, según datos de Bloomberg.
Estrategias
Por este motivo, como explican desde BlackRock, “muchos inversores se plantean reducir parte de la volatilidad invirtiendo en estrategias de inversión más conservadoras y buscando soluciones que les permitan descorrelacionar sus carteras de cara al verano, a la espera de que pase el ruido estival y tener una mejor visibilidad con el comienzo del nuevo curso escolar”.
Una de las estrategias que permiten reducir la volatilidad es disminuir la exposición a la bolsa. Es lo que en el argot del mercado se conoce como “sell in May and go away” (en inglés, vende en mayo y vete).
Otra opción es aumentar al máximo la diversificación, tanto en términos de activos (bolsa, renta fija, divisas…) como en lo relativo a la exposición geográfica y sectorial. De ese modo, se reduce el impacto que una sola noticia tendría sobre el conjunto de la cartera, habida cuenta de que su repercusión puede ser mayor en un entorno de alta volatilidad.
A tener en cuenta
Sin embargo, aquí hay dos consideraciones que deberías tener en cuenta. La primera es que la volatilidad (al igual que el riesgo) no es un factor negativo en sí mismo. Todo depende del objetivo de rentabilidad del inversor. A mayor rentabilidad deseada, más riesgo deberá asumir.
El concepto de volatilidad hace referencia a las oscilaciones que experimenta el precio de un activo con respecto a su media histórica. Si la volatilidad es elevada, estas oscilaciones serán más fuertes, tanto al alza como a la baja. Lógicamente esto puede ir en contra del inversor… pero también a su favor. Por tanto, las estrategias encaminadas a reducir la volatilidad pueden proteger hasta cierto punto tu cartera de caídas mayores de lo esperado, pero también harán que te pierdas en parte las subidas.
El segundo factor que debes valorar es el horizonte temporal de tu inversión. Lo ideal es que inviertas de cara al largo plazo, ya que de este modo es mucho más probable que consigas tus objetivos y que optimices el binomio rentabilidad-riesgo. Esto es así porque las bolsas tienden a subir de cara al largo plazo, aunque en el corto puedan sufrir caídas puntuales.
En este contexto, como inversor a largo plazo debes aprender a tomar distancia y blindarte psicológicamente de los posibles sustos que te den tus inversiones en el corto, en la confianza de que, con el tiempo, cualquier posible turbulencia se corregirá y la tendencia volverá a ser alcista. De lo contrario, corres el riesgo de dejarte llevar por el pánico y vender en el peor momento, para recomprar después cuanto todo esté más caro.
Desde esta perspectiva, no deberías temer los posibles vaivenes que sufra tu cartera en agosto, siempre que tus miras estén puestas en el largo plazo.