En el mundo de la inversión, la unión hace la fuerza. Un ejemplo de ello son las cuentas ómnibus. Se trata de cuentas de valores en las que se concentran las acciones (o las participaciones) de multitud de inversores. De este modo, pueden acceder a productos de inversión que de otro modo estarían fuera de su alcance. Algo que puede suceder cuando los mínimos de inversión requeridos para ese producto son poco asequibles (al menos para el bolsillo del pequeño inversor) o las comisiones son demasiado elevadas. Por tanto, democratizan el acceso a la inversión.
Cuenta ómnibus vs cuenta nominativa
A la hora de invertir en un activo (bolsa, renta fija…) o en un producto financiero, existen dos tipos de cuentas. La cuenta nominativa, que es aquella en la que las inversiones están a nombre del cliente. Y la cuenta ómnibus, en la que el titular es el intermediario financiero, ya sea éste un banco o una sociedad de valores. En ese caso, la entidad es titular de la cuenta, pero no es la propietaria de las inversiones (que siempre van a pertenecer al cliente).
Por tanto, es imprescindible que la entidad lleve un registro con el listado de accionistas/partícipes, en el que quede reflejada la posición individualizada de cada uno. Y, como es lógico, no podrá operar nunca sin su autorización.
La mayoría de los brókeres españoles utilizan las cuentas ómnibus para facilitar el acceso de sus clientes al mercado de valores, ya sea invirtiendo en acciones o en emisiones de renta fija.
En el lado de los contras, los activos no dejan de estar en manos del bróker. Esto implica que la entidad puede realizar algunas operaciones específicas, como el préstamo de valores (algo así como alquilar temporalmente las acciones), de las que el inversor final no siempre es consciente.
¿Qué ocurriría en caso de quiebra del bróker? Legalmente el capital está a nombre del cliente y no de la entidad, por lo que no debería afectarle. No obstante, siempre cabe la posibilidad de que la sociedad de valores haya actuado de forma fraudulenta. En este supuesto, el inversor debe recordar que sus activos están protegidos por el FOGAIN.
Por otro lado, algunos brókeres buscan blindar al cliente poniendo las cuentas ómnibus a nombre de una entidad subsidiaria, creada únicamente con ese propósito. Así, los activos del cliente no se verían afectados por ninguna eventual quiebra/fraude por parte del bróker.
Fondos de inversión
Más allá de los mercados de valores, las cuentas ómnibus también se utilizan en otro contexto: la inversión en fondos, sobre todo en productos de gestoras extranjeras. En este caso, las participaciones están a nombre del comercializador, que es el encargado de llevar el registro de partícipes y de facilitar sus datos fiscales a Hacienda.
De este modo, los partícipes pueden acceder a fondos de inversión que, a título individual, estarían fuera de su alcance. O hacerlo con comisiones mucho más reducidas.
El fondo de inversión es uno de los vehículos más seguros que existen. También cuando se invierte en él a través de una cuenta ómnibus. Recuerda que los activos en los que invierte tu fondo se encuentran depositados en una entidad custodia (como Brown Brothers Harriman o State Street Bank), distinta de la gestora (BlackRock, Vanguard, etcétera) y distinta también del banco/plataforma a través del cual adquiriste el fondo (por ejemplo, MyInvestor). De este modo, si la gestora o el banco comercializador quiebran, los activos permanecen a salvo en la entidad custodia. Y si éste a su vez quiebra, tampoco hay problema, ya que las inversiones se encuentran fuera de su balance.