Muchos inversores se acercan a la bolsa atraídos por la posibilidad de recibir una remuneración vía dividendo. En la mayoría de los casos, esos pagos se realizan en efectivo. Pero en algunas ocasiones, las compañías utilizan la fórmula del scrip dividend (dividendo flexible). Te explicamos en qué consiste y qué pros y contras presenta para ti.
El scrip dividend es una fórmula alternativa de pago en la que la compañía reparte el dividendo en acciones, en lugar de hacerlo en efectivo. Para ello realiza una ampliación de capital liberada con derecho de suscripción preferente. En otras palabras, la empresa emite nuevas acciones y se las reparte a los accionistas.
Esta fórmula resulta beneficiosa para las compañías que quieren evitar la salida de caja, pero que no quieren descuidar la retribución al accionista. En la bolsa española se popularizó durante la crisis de la deuda, sobre todo entre los bancos cotizados (aunque no sólo). Sus cuentas se veían lastradas por la crisis del sector y unos requerimientos regulatorios cada vez más exigentes. Al mismo tiempo, temían que si suspendían el pago del dividendo podían perder buena parte de su masa accionarial, de modo que optaron por esta modalidad de pago.
En efectivo o en acciones
Aunque la compañía pague el dividendo en acciones, el inversor también tiene la opción de cobrarlo en efectivo. De ahí que se le conozca como dividendo flexible.
Para ello, tiene dos opciones: vender los derechos de suscripción preferente a la propia compañía o bien hacerlo en el mercado, al precio al que coticen (habitualmente, idéntico o muy cercano al precio que paga la empresa).
¿Cuál es la mejor opción? Depende de las prioridades del accionista. Si te quedas con las acciones es porque a priori sigues apostando por el futuro de la compañía y confías en que subirá en bolsa. Consideras que vale más tener nuevos títulos de la empresa, con el potencial de revalorización que puedan presentar, que una cierta cantidad de dinero en el bolsillo. Como esta es la opción que más interesa a la empresa, esta es la que se suele ejecutar por defecto si el accionista no se pronuncia en un sentido o en otro (tiene un plazo para hacerlo).
En cambio, otros pueden preferir el cobro en efectivo. A fin de cuentas muchos inversores se acercan a este tipo de valores atraídos precisamente por la posibilidad de recibir unas rentas periódicas, por lo que no están dispuestos a renunciar a ellas tan fácilmente. No obstante, cabe destacar que si el accionista cobra en efectivo, su participación se diluirá.
Piensa que una ampliación de capital implica que hay más acciones de la empresa en circulación. Si como accionista tú sigues teniendo las mismas que antes (has optado por cobrar en efectivo, en lugar de hacerlo en acciones), tu porcentaje sobre el total habrá disminuido. Por tanto, la próxima vez que toque reparto de beneficios, te tocará una parte algo más pequeña del pastel.
Fiscalidad
Otro elemento a tener en cuenta es la fiscalidad, ya que es distinta en función del método de pago que hayas elegido.
Si optas por el efectivo, la tributación será la misma que la de cualquier otro dividendo. Tributan como ganancia patrimonial, por lo que el bróker te hará una retención del 19%. Si eres tan afortunado como para haber cobrado más de 6.000 euros, tributarás en función de la siguiente tabla:
BASE LIQUIDABLE DEL AHORRO | |
Hasta 6.000 € | 19% |
De 6.000 a 50.000 € | 21% |
De 50.000 € a 200.000 € | 23% |
Más de 200.000 € | 26% |
En cambio si has optado por recibir el dividendo en acciones, la cosa cambia. Si sencillamente te has quedado con los derechos de la ampliación hasta que estos se ejecutan y tú recibes las acciones, tributarás por ellas cuando las vendas. En este sentido, la ley recoge que aquellos títulos que han originado el scrip (es decir, las acciones que te han dado derecho al cobro del dividendo) ven reducido su precio de adquisición.
Por ejemplo, imagina que has invertido 1.000 euros para comprar 100 acciones de una empresa. En ese caso, el precio de adquisición es de 10 euros por acción. Posteriormente, la empresa emite un scrip dividend y tú decides cobrarlo en acciones, con lo que pasas a tener 101 acciones. En ese caso, a efectos fiscales, el precio de adquisición de las acciones pasa a ser de 9,9 euros por acción (1.000 / 101). De ese modo, las posibles plusvalías que se generen serían ligeramente superiores.
Si dispones de distintos paquetes accionariales, es decir si has comprado acciones de una compañía en distintas tandas (en momentos temporales distintos), es conveniente que vayas tomando nota cada vez que cobres en scrip.
Recuerda que según el método FIFO, estás obligado a vender primero las acciones más antiguas. Y las nuevas acciones que recibas heredan la fecha de compra de aquellas que han originado los derechos.
Por ejemplo, imagina que has comprado 100 títulos de una empresa en enero de 2022, y que seis meses más tarde, en junio de 2022, compras otros 100 títulos más. Si la compañía paga en scrip, tu primer paquete accionarial te permitirá recibir una acción. Esa acción tendrá como fecha de adquisición enero de 2022. Y tu segundo paquete accionarial te permitirá recibir otra acción, con fecha de adquisición junio de 2022. Por tanto, tendrás dos nuevas acciones, pero cada una tendrá una fecha de adquisición distinta.
Finalmente, hay una tercera opción y es que para poder convertir tu dividendo en efectivo vendas tus derechos de suscripción preferente en el mercado. En este caso, lo que tributaría serían los derechos en sí y lo harían como si su coste de adquisición fuera de cero euros, por lo que todo lo que recibas por la venta sería plusvalía. Aquí el bróker te puede retener de nuevo el 19%.