Invertir en capital riesgo puede suponer una forma muy atractiva de añadir diversificación a tu cartera a la vez que ganas exposición a un mercado con un gran potencial de revalorización. Este tipo de inversión, que suele centrarse en compañías no cotizadas, presenta sus pros y sus contras, como te comentamos en este post.
Para muchos inversores es un gran desconocido, ya que hasta hace muy poco la inversión estaba limitada a inversores institucionales y/o con patrimonios muy elevados. Sin embargo, el nuevo marco normativo permite que un inversor particular pueda comprar participaciones de un fondo de capital riesgo desde un mínimo de 10.000 euros. Eso sí: esta inversión no debe superar el 10% de su cartera global.
Los fondos de capital riesgo desarrollan distintas estrategias a la hora de alcanzar sus objetivos de inversión. Algunos de ellos se centran exclusivamente en la inversión directa en compañías no cotizadas. En cambio, otros están especializados en la inversión en mercados secundarios… ¿en qué consiste este tipo de mercados? Te lo contamos.
El “rastrillo” de las no cotizadas
El mercado secundario de capital riesgo es un mercado en el que los fondos de capital riesgo que tienen acciones de una compañía ponen a la venta esas acciones para que otros fondos puedan adquirirlas. Funciona de algún modo como un rastrillo o mercadillo de segunda mano, ya que los fondos ofertan las distintas compañías que tienen en cartera y otros inversores acuden en busca de gangas.
¿En qué se diferencia entonces de la bolsa? Pues en que las compañías que aquí son objeto de compraventa no están cotizando. Es decir, sus acciones no están en manos de multitud de inversores, ni son objeto de compraventa continua a tiempo real. En su lugar, hay un paquete de acciones en manos de un solo inversor (un fondo de capital riesgo) y este lo pone en venta a un precio determinado. Si existe un fondo comprador interesado en ese paquete accionarial se produce la transacción.
Este segmento ofrece oportunidades de inversión muy atractivas, ya que los fondos de capital riesgo vendedores a menudo acuden a este mercado porque quieren deshacer posiciones con una cierta rapidez. Pero como las compañías que tiene en cartera no cotizan, no les queda más remedio que ofrecer un precio atractivo que a menudo se sitúa por debajo de la valoración que ellos mismos han realizado.
Dentro del mercado secundario de capital riesgo caben todo tipo de compañías, desde aquellas que están en sus etapas iniciales (venture capital), a aquellas que ya cuentan con un cierto grado de madurez (buyouts).
Oferta y demanda
Cabe preguntarse si en este mercadillo de saldos es oro todo lo que reluce… si las compañías realmente tienen tanto potencial ¿por qué alguien querría desprenderse de ellas?¿o es que los fondos vendedores están realmente desesperados? Lo cierto es que en un principio sí que lo estaban. De hecho, el mercado secundario de capital riesgo nació el famoso Lunes Negro de 1987, cuando muchos grandes inversores, viendo que sus carteras se desplomaban en bolsa, intentaron recuperar al menos algo de cash, deshaciendo posiciones en capital riesgo.
Desde entonces el mercado secundario ha crecido mucho y se ha convertido en un segmento más dentro del ámbito de capital riesgo. Los vendedores ya no están desesperados como lo estaban en sus orígenes. Lo cual no quita para que, como ocurre con cualquier mercado, el exceso de oferta sea beneficioso para la demanda. O, en otras palabras, el hecho de que el número de vendedores exceda al de compradores favorece que las ofertas sean más jugosas.
Esta es precisamente la situación en la que se encuentra este mercado en 2023 gracias a diversos factores.
Por un lado, las caídas de las bolsas en 2022 provocaron que muchos inversores institucionales vieran mermado su patrimonio total. Y como idealmente el capital riesgo ha de suponer un porcentaje sobre este patrimonio total, al caer sus inversiones bursátiles se vieron obligados también a desprenderse de parte de sus inversiones en capital riesgo.
La escalada en los tipos de interés también ha supuesto un espaldarazo para este segmento. Primero porque muchos inversores están deseando hacer caja para lanzarse al mercado de renta fija. Y segundo porque las propias compañías de capital riesgo tienen más dificultades de acceso a la financiación (que está más cara), lo que les lleva a vender parte de su cartera si quieren seguir buscando nuevas oportunidades.
Una ventaja adicional
El mercado secundario de capital riesgo puede ofrecer por tanto oportunidades de inversión a precios excepcionalmente atractivos. Y además cuenta con una ventaja extra: el acortamiento de los plazos.
Piensa que cuando un fondo de capital riesgo entra por primera vez en el capital de una compañía, hay un plazo de maduración imprescindible antes de que esa inversión dé sus frutos. En cambio, las compañías que cotizan en el secundario ya llevan tiempo en las carteras de esos fondos, por lo que se hallan más próximas a su periodo óptimo de maduración, tanto desde la perspectiva de reparto de dividendos como del potencial de revalorización previsto.
Por tanto, los fondos que invierten en el mercado secundario de capital riesgo consiguen sus objetivos de inversión en un plazo más corto. Y, en consecuencia, el plazo objetivo de estos fondos es inferior. Suele rondar los ocho años, inferior al del resto de fondos.