A la hora de planificar el ahorro a largo plazo, programar aportaciones periódicas tiene muchas ventajas. Por un lado, al invertir de forma sistemática es más sencillo asumir el compromiso necesario para alcanzar tu objetivo financiero. Y además, entrar en el mercado de forma escalonada ayuda a diluir el efecto market timing, es decir, reduce la probabilidad de comprar en el momento más caro.
Ahora bien, se pueden realizar aportaciones periódicas siguiendo estrategias distintas. Una de ellas es el Value Averaging, que en inglés significa “promedio de valor”. Consiste en establecer un valor objetivo para nuestra cartera y fijar las aportaciones en función de ello.
Por ejemplo, pongamos por caso que invertimos inicialmente 10.000 euros en una cartera de fondos indexados y prevemos aportar 300 euros todos los meses. Nuestro valor objetivo para el primer mes sería 10.300. ¿Qué ocurre si nuestra cartera se revaloriza en ese periodo? En ese caso, en lugar de aportar 300 euros, podremos aportar menos. Por ejemplo, si en ese mes subiera un 2%, hasta los 10.200 euros, ya sólo tendríamos que aportar 100 euros. Y al revés, si la cartera perdiera valor ese mes, nuestra aportación mensual tendría que ser superior.
De ese modo, mes a mes vamos ajustando las aportaciones en función de cómo vaya evolucionando la cartera, ya sea en sentido positivo o negativo. La idea es que el valor de nuestra inversión siempre alcance la cifra objetivo que nos hayamos marcado.
Diferencias con el DCA (Dollar Cost Averaging)
En este sentido, el Value Averaging difiere de la estrategia de ahorro sistemático más habitual, que es el Dollar Cost Averaging. Este último término, que en inglés se traduciría como “promedio del coste en dólares”, consiste en invertir la misma cantidad de dinero cada cierto tiempo, ya sea una vez al mes, al trimestre, o con la periodicidad que establezca el inversor.
Existen varias diferencias entre una estrategia y otra. Con el Value Averaging, el inversor compra más cuando el mercado cae y compra menos (o vende) cuando el mercado sube. En cambio con el DCA siempre compra, independientemente de lo que suceda en el mercado.
¿Qué pros y contras ofrece una estrategia frente a otra? Como te puedes imaginar el DCA aporta una ventaja innegable, que es la sencillez y la comodidad. Para implementarla, sólo hay que programar una transferencia periódica al activo o producto deseado y, a partir de ahí, puedes desentenderte, independientemente de lo que suceda en el mercado.
Además, el hecho de invertir la misma cantidad todos los meses proporciona una mayor visibilidad a la hora de realizar tu planificación financiera. Es más sencillo calcular la cantidad de la que puedes prescindir mes a mes y organizar el resto de tus gastos en consonancia, que tener una salida de dinero variable todos los meses.
Ventajas e inconvenientes
Por su parte, el value averaging es una estrategia más sofisticada y difícil de implementar. Pero tiene un importante punto a su favor y es que permite optimizar el momento de entrada en el mercado. Ten en cuenta que, si sigues esta estrategia, tus aportaciones aumentarán cuando el mercado caiga, lo que favorece que compres más barato. De hecho, cuanto más caiga, más tendrás que comprar y más barato lo estarías haciendo.
Y al revés, tu aportación periódica será más reducida cuando el mercado suba y esté, presumiblemente, más caro. Incluso si sube lo suficiente podrías llegar a vender, para ajustarte a tu valor objetivo.
La eficiencia en el momento de entrada/salida permite que esta estrategia arroje rentabilidades algo superiores a las que ofrece el DCA, según indican algunos estudios, mientras que el riesgo de mercado es el mismo.
No obstante, también cuenta con sus propios riesgos. Por ejemplo, si la caída del mercado es muy acusada, puede obligarte a realizar un desembolso mayor de lo esperado (o directamente, superior al que puedes asumir). Piensa, por ejemplo, en situaciones críticas como la que vivieron las bolsas con la crisis del covid en marzo de 2020, cuando experimentaron caídas superior al 40% en menos de un mes.
Este hándicap es especialmente notorio en los planes de pensiones, en los que las aportaciones anuales tienen un máximo fijado por ley (actualmente, se encuentra en los 1.500 euros anuales). Por tanto, un inversor puede programar sin problemas una aportación fija mensual de 125 euros (estrategia DCA). Pero si optas por la estrategia Value Averaging y el mercado sufre una fuerte caída, podrías quedarte sin margen para realizar aportaciones más elevadas.