Hace poco estuve en Turquía y, sinceramente, aún estoy procesando lo increíble que fue. Empezamos por Estambul y terminamos en Capadocia. Dos sitios completamente distintos, pero que juntos han hecho que este viaje sea de los que no se olvidan.
Estambul
Estambul es un auténtico caos, pero del que engancha. Es una ciudad enorme, con historia por todas partes, ruido, puestos de comida, gente a todas horas, mezquitas impresionantes… y de repente te metes en una calle tranquila con gatos tomando el sol y parece que estás en otro sitio.
Los imprescindibles de la ciudad son: Santa Sofía, la Mezquita Azul, el Gran Bazar… pero lo que más me gustó fue pasear sin rumbo, sentarme a tomar un té en cualquier sitio o ver el anochecer con vistas al Bósforo.
Mi restaurante favorito en Estambul fue Galeyan Restaurant, Lo que más me sorprendió fue lo increíblemente rico que estaba el hummus. Si vas, no dudes en pedirlo, es un must.
Capadocia
Después de Estambul, volamos a Capadocia. Y fue como cambiar de planeta. Todo mucho más tranquilo, paisajes que parecen sacados de otro mundo y ese silencio que te hace desconectar del mundo.
El paseo en globo… brutal. Ver el amanecer desde ahí arriba, rodeado de globos, es uno de esos momentos que sabes que no se te van a olvidar nunca. También recorrimos valles, visitamos una ciudad subterránea (un poco agobiante) y dormimos en un hotel cueva, que fue toda una experiencia.
Mejor época para viajar
La primavera y el otoño son perfectos para evitar las temperaturas extremas de invierno y de verano, y disfrutar de temperaturas agradables.
¿Con qué me quedo?
Los sabores, la gente, los paisajes… todo me sorprendió. Fue un viaje muy especial. Si tienes la oportunidad de ir, no lo pienses. Merece muchísimo la pena