La COP25 nos deja, como principales conclusiones, que la actividad del sector bancario es fundamental no sólo para contribuir a la lucha contra el cambio climático, sino también para financiar el futuro del planeta.
Aunque el compromiso social es cada vez mayor, tenemos la responsabilidad de avanzar en la concienciación de las bondades de la inversión socialmente responsable (ISR), que es aquella que no sólo invierten de acuerdo a criterios financieros, sino que aplica condicionantes de impacto social o medioambiental.
En este sentido, los fondos responsables invierten en empresas que cumplen ciertos condicionantes medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés environmental, social, and governance).
Para determinar si una empresa es ambiental, es importante estudiar sus informes y conocer tanto su impacto climático como los esfuerzos para reducir sus niveles de contaminación; para determinar si es social, habría que analizar su cultura corporativa en aspectos tan importantes como la diversidad, la igualdad o los derechos humanos y su vinculación y compromiso con la comunidad en la que opera; y por último, para conocer el gobierno corporativo, hay que ahondar en cómo es la estructura de los consejos, cómo son las remuneraciones y cómo se gestionan los derechos de los accionistas, entre otros.
La buena noticia es que todos estos factores cada vez se cumplen con más frecuencia y que la inversión socialmente responsable, respondiendo a la demanda, también crece. Según el Global Sustainable Investment Review 2018, a comienzos de ese año la inversión global sostenible alcanzó los 30,7 billones de dólares en Europa, Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, lo que supone un aumento del 34% en dos años.
El mercado español sigue la tendencia global y en 2016, según este mismo informe, la ISR ascendió a 185.423 millones de euros, un altísimo crecimiento teniendo en cuenta que tan solo seis años antes, en 2010, la cifra era de 33.000 millones.
Todos estos datos demuestran que la inversión con criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno despierta cada vez más interés, que la tendencia es al alza y que el futuro financiero es verde. La clave es que invertir por un mundo mejor tiene recompensa y la rentabilidad de estos productos supera la media de los fondos tradicionales. Como señala el último informe de Blackrock, la rentabilidad anualizada entre 2012 y 2018 en Estados Unidos de los activos ESG es del 14,55% frente al 14,4% de los activos tradicionales, datos que a nivel mundial son del 8,1% frente al 7,7%, respectivamente.
Fondos ESG para invertir en un mundo mejor y rentabilizar tu patrimonio. En definitiva, el futuro del planeta es responsabilidad de todos y en MyInvestor tenemos la conciencia de que el vínculo entre la actividad económica, la financiación y la sostenibilidad es cada vez más estrecho. Por ello, nuestro compromiso es impulsar y promover fondos que respondan a criterios ESG.