Viajar por el mundo, aprender nuevos hobbies, compartir más tiempo con los seres queridos… La etapa de la jubilación puede ser una gran oportunidad para disfrutar de la vida más que nunca. Pero para ello es deseable disponer de un colchón financiero que te permita hacer frente a todos tus gastos sin que el dinero sea un problema.
En este sentido, es fundamental que hagas una planificación cuidadosa que contemple tanto el importe objetivo (que estará determinado por la pensión que preveas cobrar y otros ingresos recurrentes de los que puedas disponer) como los años que quedan por delante hasta que llegue esa fecha.
Aquí deberás tener en cuenta que, en términos generales, los activos que potencialmente pueden resultar más rentables en el largo plazo, como la renta variable, suelen ser mucho más volátiles y sujetos a oscilaciones en el corto plazo. En cambio, la renta fija suele ofrecer rendimientos menores, pero su comportamiento habitualmente es más estable.
Por tanto, lo aconsejable es que sean cuales sean los productos de inversión elegidos, la exposición a la renta variable sea más elevada al principio y que se vaya reduciendo a medida que se vaya aproximando la fecha de la jubilación. Así, si la bolsa sufre un vaivén repentino en los primeros años, podrás esperar pacientemente a que se recupere porque no tendrás la urgencia de recuperar el dinero invertido. Y si las turbulencias suceden cuando estás a punto de jubilarte, tampoco habrá problema ya que al haber ido reduciendo paulatinamente la exposición a la renta variable, el impacto sobre tu cartera será mucho más reducido.
¿Cómo se puede determinar el porcentaje de exposición a bolsa en función de los años que falten para la jubilación? No hay fórmulas exactas, pero a modo de orientación se puede aplicar la regla del 100. De este modo, si al número 100 le restas tu edad, obtendrías un porcentaje aproximado de la exposición que deberías tener en renta variable.
A la hora de implementar esta estrategia, se puede crear una cesta de fondos de inversión, ya sean indexados o de gestión activa, orientada a un horizonte temporal específico, que coincidirá con la fecha de la jubilación. En este caso, tendrás que estar pendiente de reajustar tu cartera con el paso de los años e ir reduciendo paulatinamente la exposición a los activos de riesgo (como la renta variable). En este sentido, invertir en fondos conlleva una importante ventaja fiscal, ya que permiten el traspaso de un producto a otro sin tener que tributar.
Otra opción interesante, y quizá más cómoda para los inversores que quieran ahorrar para la jubilación pero no deseen tener que gestionar de forma activa su cartera de inversiones, es recurrir directamente a fondos de la gama “ciclo de vida”, que modulan su exposición a la renta variable a medida que se acercan a su fecha objetivo.