Podríamos definir la papiroflexia como el arte de crear figuras y objetos de una reconocible significación mediante el plegado de una hoja de papel sin cortar ni pegar. Ya decía don Miguel de Unamuno: “¿por qué cortar si en la superficie de una hoja de papel ya están trazados todos los caminos del universo?”.
Se cree que se originó en China alrededor del siglo I, y llegó a Japón en el siglo VI, donde se integró en las ceremonias de la nobleza, pues doblar papel era un lujo que sólo podían darse personas de posición económica acomodada. Llega a Europa en el siglo XIII con la ruta de la seda y Marco Polo. Y aunque los europeos preferían el pergamino, finalmente lo aceptaron por ser más fácil de manipular y barato.
Los creadores de la Asociación Española de Papiroflexia gozan de una gran fama y reconocimiento dentro del mundo del “origami” debido a su dominio de la técnica y originalidad. De hecho en Zaragoza existe uno de los pocos museos dedicados a la papiroflexia.
Cuentan que cuando llueve en Japón los abuelos se acercan a los colegios y enseñan a sus nietos a hacer grullas de papel. Dice una leyenda japonesa que si doblas 1000 grullas, tu mayor deseo se hará realidad. En agosto de 1955, Sadako Sasaki, una niña enferma de leucemia debido a la explosión de Hiroshima, comenzó a doblarlas con el objetivo de curarse. Murió cuando llevaba 644 y hoy es un símbolo de la paz.
Algunas de las ventajas de la papiroflexia son:
• Incentiva la imaginación
• Desarrolla la destreza manual y la coordinación espacial. Favorece la lateralidad y precisión.
• Desarrolla la paciencia y la constancia.
• Mejora la memoria y la concentración
• Refuerza la autoestima.
• Relaja a los niños
En España nuestras figuras más populares son la pajarita y el barquito de papel, y uno de nuestros maestros más importantes es el gran Javier Caboblanco.