Es un hecho que no somos tan independientes como para permitirnos el lujo de poder prescindir los unos de los otros. Creo sinceramente que, por ejemplo, los favores deben ser consecuencia de la amistad y no la amistad consecuencia de los favores. También creo que, a medida que vamos cumpliendo años, más valoramos y más necesitamos de la amistad. Aunque parezca al contrario.
A medida que vamos avanzando, que la razón se vuelve más desconfiada, que la experiencia nos va atrapando y que nuestro corazón se va endureciendo, más necesitamos en nuestras vidas la amistad, siendo en cualquier época uno de los principales bienes de nuestra vida.
La amistad debe ser un sentimiento noble y desinteresado. Sin embargo, hay una mayoría de personas que defiende que la amistad no existe, que lo que realmente existe son los intereses creados.
La autentica amistad requiere que los amigos sean sencillos, abiertos, comunicativos, tolerantes, motivados por intereses similares. Debe llevarnos a no pensar mal del amigo y no aplaudir a los que con sus chismes la denigran.
Requiere conocer el camino para empatizar con el amigo, para apoyarle en los momentos de fragilidad, considerar y aceptar sus límites como nuestros, corregir con sinceridad y simpatía.
Y acabo estas breves líneas sobre la amistad haciendo ver que todo esto lo podemos llevar a cualquier terreno: familiar, profesional…
Los logros y éxitos personales y profesionales son siempre un conjunto de “buen hacer”.