A la hora de ahorrar para la jubilación, hay un producto estrella en el panorama inversor: los planes de pensiones. De hecho, más de siete millones de españoles (casi un 16% de la población total) invierte en este tipo de productos, según datos del Observatorio Inverco. Sin embargo, los planes de pensiones se han visto sujetos a diferentes cambios regulatorios que han limitado el importe máximo que se puede invertir en ellos. ¿Quiere eso decir que han dejado de ser atractivos? Analizamos los pros y los contras.
Ventajas de los planes
Los planes de pensiones cuentan con una importante ventaja fiscal y es que el ahorrador puede desgravarse de la declaración de la Renta el dinero invertido (hasta un importe máximo, como veremos más adelante).
Esto quiere decir que no tendrás que tributar por ese dinero hasta que rescates el plan, lo que presumiblemente sucederá cuando te jubiles. Y en ese momento de tu vida, en el que lo habitual es cobrar sólo la pensión pública y, como mucho, alguna renta o alquiler adicional, lo más probable es que tu tipo marginal sea más bajo que el que tienes en el apogeo de tu carrera profesional, cuando cobras tu sueldo como trabajador en activo.
Además, existe una segunda ventaja y es que, independientemente del tipo marginal al que rescates en el momento de la jubilación, aplazar el pago de impuestos permite contar con dinero en efectivo durante años e invertirlo para que genere intereses. De este modo, cuando te toque hacer cuentas con el Fisco es muy probable que ese dinero haya crecido.
Ahora bien, como decíamos antes, la ley impone un tope para esta inversión y este tope, o importe máximo, se ha ido reduciendo drásticamente en los últimos años. Primero pasó de 12.000 a 80.000 euros anuales, de ahí a 2.000, y actualmente el listón máximo se encuentra en los 1.500 euros al año, siempre que esta cifra no supere el 30% de las rentas del trabajo y actividades económicas.
En otras palabras, la normativa no permite invertir más de 1.500 euros al año en planes de pensiones. Ojo: no es que el partícipe pueda meter más dinero, y deducirse sólo 1.500 euros, sino que directamente sólo le está permitido invertir hasta esa cifra.
A cambio, aumenta el límite para aportar a un plan de empresa: desde los 8.000 hasta los 8.500 euros. Entre ambas, la aportación máxima total se mantiene en los 10.000 euros.
La magia del interés compuesto
El hecho de que este importe se haya reducido tan drásticamente ha llevado a muchos inversores a pensar que los planes ya no son atractivos, ya que el ahorro de 1.500 euros anuales puede resultar insuficiente de cara a planificar una renta digna para la jubilación.
Pero lo cierto es que 1.500 euros dan para mucho, si se tiene en cuenta la magia del interés compuesto. Por ejemplo, un ahorrador de 30 años que invirtiese esa cantidad año tras año hasta su jubilación y que obtuviese un 5% de rentabilidad en términos anualizados contaría con un patrimonio antes de impuestos de 150.000 euros en el momento de su jubilación. Una cuantía seguramente insuficiente para vivir de las rentas, pero aun así un buen pellizco con el que complementar el ahorro depositado en otros productos.
Y es que la clave radica en que los planes de pensiones no tienen por qué ser el único producto en el que inviertas de cara a la jubilación. Puedes complementar esta inversión con el ahorro a través de fondos de inversión, carteras indexadas o acciones, por citarte sólo algunos ejemplos.
De ese modo, estarías extrayendo todo el jugo a la desgravación que permiten los planes de pensiones, hasta el importe máximo que te permite la ley, lo que no es óbice para que completes ese ahorro con la inversión en otros productos que si bien no cuentan con la misma ventaja fiscal que los planes, también te permiten optimizar tus ahorros y poner tu dinero a trabajar.
Dicho de otro modo: el importe de 1.500 euros puede parecer reducido, pero como reza el refrán: poco es algo, menos es nada. Si te interesa la ventaja fiscal, mejor deducirse 1.500 euros anuales que nada en absoluto.
¿Y qué hacer con los planes que ya tienes?
Por otro lado, y más allá de la nueva inversión que quieras dedicar a planes de pensiones es posible que te preguntes qué sucede con los planes en los que ya has invertido. ¿Hay alguna manera de sacarles más rendimiento?
La ley no te permite sacar el dinero invertido a menos que hayan pasado 10 años (para aportaciones desde enero de 2015) o bien en caso de incapacidad, fallecimiento, dependencia, enfermedad grave y/o desempleo.
Pero lo que sí puedes hacer es traspasar el dinero desde un plan de pensiones a otro que te parezca más rentable o eficiente. En este sentido, ten en cuenta que el traspaso entre planes es perfectamente legal y no implica retención ni tributación de ningún tipo, por lo que no tendrás que pagar impuestos por las posibles plusvalías generadas hasta el momento (sólo cuando reembolses de manera definitiva).
¿Y te puede convenir traspasar el dinero que tienes ahorrado en un plan a otro distinto? Es muy posible que sí. Por un lado, analiza el nivel de riesgo que tiene tu plan actual (o conjunto de planes, si tuvieras más de uno) y valora si ese nivel de riesgo está en consonancia con los años que te quedan para jubilarte. Recuerda que cuantos más años te queden por delante hasta ese momento, más riesgo deberías asumir.
En cuanto al producto en sí que has elegido, también es aconsejable que analices cuál ha sido su evolución hasta el momento: ¿lo ha hecho mejor que la media de su categoría? ¿ha sido capaz de batir al índice? En este último aspecto, recuerda que si tu plan no lo hace mejor que el índice y no tienes fe en que otros lo consigan de manera recurrente, siempre puedes optar por un plan de pensiones indexado.
Finalmente, otro aspecto que puedes considerar son las comisiones que te cobra tu plan, ya que serán determinantes de cara a la rentabilidad que te ofrezcan, sobre todo en el largo plazo.