los cinco indicadores clave para analizar un fondo de inversión

Los fondos de inversión son instrumentos que ofrecen innumerables ventajas, desde la transparencia y la liquidez al tratamiento fiscal. Ahora bien, en un universo de más de mil productos distintos… ¿cómo seleccionar el fondo (o mejor dicho: los fondos) que más te convienen?

El primer paso es determinar cual es la distribución de activos (asset allocation) que mejor se ajusta a tus necesidades y perfil de riesgo. Los fondos de inversión que elijas deben ir en consonancia. Pero es posible que aún teniendo clara cuál es la categoría que más te interesa, te pierdas un poco a la hora de decidir cuál es el fondo perfecto.

En este sentido, hay múltiples ratios e indicadores en los que te puedes fijar a la hora de evaluar el atractivo del fondo. De todos ellos, hemos seleccionado los cinco que consideramos clave para el inversor.

Rentabilidad

A la hora de decantarnos por un fondo de inversión (o en general, por cualquier producto financiero) es frecuente que nos fijemos en cómo lo ha hecho en el pasado. El problema es que la inmensa mayoría de los partícipes mira únicamente la evolución del fondo en un periodo concreto y generalmente reciente. Por ejemplo, muchos inversores se deciden por un producto en particular porque se sitúa en los primeros puestos de rentabilidad en el ranking de la categoría a un año.

Sin embargo, si hacemos esto podremos estar escogiendo un fondo que ha tenido la fortuna de hacerlo bien justo en ese periodo, pero que no ofrece resultados igual de jugosos en el largo plazo. En consecuencia, lo suyo es tener en cuenta todo tipo de periodos históricos (esto es: analizar la rentabilidad a un año, pero también a 3, a 5 y a 10) para cerciorarse no sólo de que el fondo es rentable, sino de que esa rentabilidad es consistente en el tiempo. En este aspecto, cuantos más años de historia tenga el fondo, más garantía nos ofrecerá, ya que podremos analizar su histórico en más profundidad.

La rentabilidad se debe valorar tanto en términos absolutos como en relación con la media de los fondos de la categoría y, si se trata de un fondo de gestión activa, en contraposición con su índice de referencia.
Una última aclaración: Los folletos de los fondos y los documentos comerciales suelen indicar que “rentabilidades pasadas no garantizas rentabilidades futuras”. ¿Qué quiere decir esto? La rentabilidad es una variable útil a la hora de analizar un fondo en tanto en cuanto nos puede dar una pista de cómo lo va a hacer en un futuro. Pero esto no quiere decir que necesariamente lo vaya a seguir haciendo así.

Es como si tienes en cuenta el palmarés de un equipo de fútbol. El hecho de haber ganado muchos partidos en el pasado es una buena señal, pero eso no garantiza necesariamente que vaya a seguir ganando partidos el resto de la temporada.

Volatilidad

Rentabilidad y riesgo son dos caras de la misma moneda. Ten en cuenta que el fondo en el que inviertas te debe ofrecer retornos atractivos pero también tienes que poder dormir tranquilo por las noches. Para medir ese riesgo, el indicador clave es la volatilidad, que se define como la variación porcentual que experimenta el valor liquidativo (VL) del fondo en un periodo concreto.

Ojo porque la volatilidad, al igual que el riesgo, no es algo malo en sí mismo. De hecho, a mayor riesgo, mayor potencial de rentabilidad. Sin embargo, lo idóneo es que el fondo sea capaz de optimizar al máximo ese binomio. En otras palabras, que pueda obtener la máxima rentabilidad asumiendo el menor nivel de volatilidad posible.

La volatilidad, como la rentabilidad, debe compararse con la del índice de referencia y la media de la categoría.

Alfa y beta

Al hablar de rentabilidades te anticipábamos que si el fondo que te interesa es de gestión activa, es decir, si busca hacerlo mejor que el conjunto del mercado es imprescindible que compruebes si efectivamente ha sido capaz de batir al índice. Pues bien, el concepto de alfa hace referencia precisamente a ese plus de rentabilidad que ha obtenido el gestor.

De la misma manera, también es bueno que analices si el fondo ha asumido más riesgo que el índice del mercado en el que opera. Para ello, la variable clave es la beta, que mide si ese producto es más o menos volátil que su índice de referencia.

Esta variable se mide sobre el valor 1, que representa la volatilidad del índice. Así, una beta superior a 1 implica que el fondo tiene una volatilidad superior a la del índice. Y si es inferior, es que el fondo es menos volátil. La desviación se calcula en base cien. De este modo, una beta de 1,25 significa que el fondo es un 25% más volátil que el índice. Y si es de 0,8, el fondo sería un 20% menos volátil que el índice.

Si quieres conocer en mayor profundidad en qué consisten el alfa y la beta de un fondo (e incluso otros indicadores denominados con letras griegas), te recomendamos este post del blog.

Ratio de Sharpe

Es posiblemente la ratio favorita de los analistas de fondos, ya que permite poner en relación los dos conceptos de los que venimos hablándote en este post: la rentabilidad y el riesgo.

Este indicador debe a su nombre al economista estadounidense William Forsyth Sharpe. Se calcula dividendo el exceso de rentabilidad del fondo (es decir, toda la rentabilidad que ha generado por encima de la que ofrecen los activos sin riesgo), entre la volatilidad o desviación estándar del producto.

Cuanto mayor es a ratio de Sharpe, mejor es la rentabilidad del fondo en relación a la cantidad de riesgo que ha tenido que asumir.

Esta variable resulta muy útil a la hora de comparar unos fondos con otros dentro de la misma categoría. Por ejemplo, es posible que dos de ellos ofrezcan rentabilidades similares en un periodo determinado. Sin embargo, puede que uno de ellos haya tenido que asumir mayores riesgos que el otro para conseguir la misma rentabilidad. En ese caso, el primero fondo tendrá una volatilidad más elevada y por tanto, la ratio de Sharpe será más baja. En cambio, el segundo fondo tendrá una volatilidad más reducida, lo que aumenta la ratio de Sharpe.

Máxima caída (Drawdown)

Finalmente, llegamos a otro de los indicadores más intuitivos a la hora de analizar un fondo de inversión. En este caso, nos sirve para poner bajo la lupa el nivel de riesgo del producto… y sobre todo, los sustos que nos hemos podido llevar con él.

Como su propio nombre indica, lo que establece es el máximo nivel de pérdida porcentual que ha experimentado el fondo en el pasado. Para ello, calcula la diferencia entre el máximo y el mínimo de referencia que haya marcado el valor liquidativo.

Esto no quiere decir que el fondo esté en pérdidas o que tu inversión esté en números rojos. Simplemente indica que un inversor que haya estado invertido en ese fondo durante un periodo determinado ha llegado a experimentar ese nivel de pérdidas, lo que no quita para que posteriormente el fondo se haya podido recuperar.

Por ejemplo, imagina que inviertes en un fondo cuando el valor liquidativo es de 100 €. Y que posteriormente ese VL sube hasta 150. Luego baja hasta 75. Y finalmente termina el año en 120.
La máxima caída es del 50% (la diferencia entre 150 y 75). Pero esto no quiere decir que el fondo esté en pérdidas. De hecho, en el conjunto del año sube un 20%.

Este indicador es útil desde el punto de vista de la valoración psicológica, ya que no todos los inversores son capaces de encajar el mismo nivel de pérdidas sin entrar en pánico y vender (quizá antes de tiempo). Y esto es así incluso para aquellos inversores que saben que las pérdidas pueden ser temporales y que lo importante es el resultado en el largo plazo. Lo cierto es que cada uno tenemos un nivel de pérdidas que somos capaces de encajar sin asustarnos y tomar decisiones precipitadas. Como decía el gurú financiero Peter Lynch, “el destino de un inversor lo marca su estómago”.

De este modo, conocer la máxima caída te puede ayudar a evaluar si ese fondo efectivamente es para ti, en términos de riesgo. Ahora bien, es importante que tengas en cuenta una serie de aclaraciones. La primera es que valores el periodo temporal en el que se ha producido ese drawdown. Por ejemplo, ha habido años fatídicos como 2020, el año del covid, en que todas las bolsas sin excepción sufrieron un desplome (aunque luego se recuperaron en muy buena medida). Y a priori no es probable que esos desplomes se repitan.

En segundo lugar, puedes comparar esta variable en distintos fondos de la misma categoría. De este modo, podrás saber si un fondo ha experimentado un altibajo más acusado que otro, aunque ambos hayan acabado consiguiendo la misma rentabilidad.

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