qué es el venture debt y qué ventajas ofrece

Los fondos de capital riesgo pueden ser una opción muy lucrativa para diversificar tu cartera. Especialmente ahora que el nuevo marco regulatorio ha democratizado la inversión en este tipo de productos, reduciendo el mínimo requerido desde los 100.000 hasta los 10.000 euros.

Su objetivo es sacar jugo a empresas no cotizadas que presentan un alto potencial de crecimiento. Para ello, utilizan distintas estrategias: desde la entrada en el capital, a través del mercado primario o del mercado secundario, a la adquisición de venture debt (deuda de riesgo).

Te contamos en qué consiste esta última modalidad, y qué pros y contras ofrece para el inversor.

Definición

El venture debt es un tipo de deuda que emiten las empresas para financiarse cuando se encuentran en plena fase de crecimiento. Esta deuda lleva aparejado un tipo de interés relativamente elevado (por encima del 10%), ya que se trata de proyectos empresariales que aún no están completamente consolidados.

Además, la empresa ofrece a los inversores un plus adicional: un pago en acciones llamado kicker. Suele ser un porcentaje sobre el importe total prestado, entre el 20% y el 30%.

Muchas compañías prefieren esta vía de financiación como alternativa a la ampliación de capital convencional, ya que la dilución es mucho menor. En otras palabras, cuando una empresa emite nuevas acciones para dar entrada a inversores, la participación de los antiguos socios (el porcentaje que tienen sobre el capital) se reduce. En cambio, si se financian a través de la deuda, tendrán que pagar un tipo de interés, pero la emisión de nuevas acciones será mucho menor.

Así, el hecho de que una compañía recurra al venture debt implica un alto grado de confianza de los socios fundadores en su propio proyecto, ya que prefieren endeudarse antes que sufrir una dilución mayor.

Al mismo tiempo, son empresas que se caracterizan por su alto crecimiento y una elevada visibilidad en los ingresos. De lo contrario, no podrían asumir un calendario de amortización de la deuda que, en términos generales, suele ser bastante estricto.

Tipos de inversores

En el ámbito del capital riesgo hay cuatro grandes clases de inversores: las entidades financieras, las Administraciones Públicas, las fintech y los fondos de capital riesgo.

El venture debt suele ser caladero, sobre todo, de los fondos. Esto se debe a que el proceso requiere de una cierta celeridad, algo que no es característico de la banca ni de los entes públicos. Y las operaciones son de gran tamaño y alto riesgo, lo que desincentiva a las fintech.

Este mercado está muy desarrollado en Estados Unidos, pero en Europa todavía no está maduro, lo que implica un importante potencial de crecimiento. Como botón de muestra, el 20% de las operaciones de capital riesgo en EEUU tiene un componente de deuda. Si extrapoláramos ese porcentaje a Europa, supondría un mercado de 20.000 millones de euros, cuando actualmente apenas alcanza los 1.300 millones.

Por otro lado, el segmento de early stage (compañías en fases de desarrollo temprana) está todavía más infra financiado. Los bancos se centran sobre todo en operaciones de gran tamaño, mientras que el ticket de los fondos suele superar los 5 millones de euros.

Pros y contras para el inversor

Como cualquier inversión en renta fija, el venture debt ofrece un tipo de interés predeterminado y la devolución del capital aportado. Pero además, como explicábamos antes, este interés va acompañado de un pago extra en acciones, o kicker.

De este modo, el inversor se beneficia del crecimiento de la compañía, sin que la rentabilidad dependa al 100% de que este crecimiento se produzca, como lo haría si hubiera adquirido sólo las acciones.

En este sentido, lo más importante es que la empresa cumpla con su compromiso de deuda. El riesgo radica, como es lógico, en que entre en default (impago). En consecuencia, es importante que el inversor particular recurra a fondos cuyo equipo gestor tenga una amplia experiencia. De ello dependerá su capacidad para seleccionar las oportunidades de inversión con mejores perspectivas de rentabilidad y, al mismo tiempo, con un perfil de riesgo óptimo.

Por otro lado, el venture debt, como cualquier otra modalidad de private equity, implica una serie de riesgos que el inversor particular debe valorar. En primer lugar, el grado de incertidumbre es elevado, ya que se centra en compañías que aún no están consolidadas. Lo aconsejable es que la inversión suponga una parte relativamente pequeña de la cartera.

En segundo lugar, el capital riesgo es ilíquido, ya que las compañías en las que invierte no cotizan en bolsa, del mismo modo que tampoco cotiza la deuda que emiten. Por tanto, los fondos de esta categoría sólo pueden dar liquidez con una periodicidad muy limitada.

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