Tres consejos de Warren Buffett para bregar con un mercado bajista

Cuando Warren Buffett realizó su primera inversión en bolsa corría el año 1942 y el S&P 500 acababa de vivir uno de los peores descalabros de su historia. El joven Buffett tenía 11 años y compró acciones de Cities Service (una compañía de gas natural), a pesar del pesimismo que reinaba en los mercados.
Desde entonces, el magnate de la inversión, que es además uno de los hombres más ricos del mundo, ha tenido que bregar con muchos mercados bajistas. Estas son algunas de las enseñanzas que ha transmitido al respecto:


Aprovecha las rebajas

“Ya sean calcetines o acciones, me gusta comprar mercancía de calidad cuando está rebajada”, explica Warren Buffett. Con esta metáfora el gurú financiero, conocido como el Oráculo de Omaha (su ciudad natal), resume la esencia de su filosofía de inversión, el value investing: comprar compañías de calidad que se encuentran temporalmente infravaloradas por el mercado, en la confianza de que, con el tiempo, los inversores se darán cuenta del auténtico valor de esas empresas y las acciones cotizarán al precio que realmente les corresponde.

¿A qué se refieren Buffett y, en general, los inversores value con “empresas de calidad”? Normalmente, se trata de compañías con balances sólidos, buenas perspectivas de crecimiento, un endeudamiento controlado y poder de fijación de precios. Una bicoca. La cuestión es: si son tan buenas ¿por qué no cotizan al precio al que realmente deberían? Aquí entra en juego un elemento fundamental: las emociones de los inversores (desde el pánico a la avaricia), ya que les pueden llevar a actuar de forma irracional.

De este modo, el clima de aversión al riesgo que reina en los mercados bajistas puede provocar un castigo excesivo, e injustificado, en algunos valores. De ahí, que para Buffett este tipo de mercados constituya el caladero ideal para localizar oportunidades de inversión.


Mantén la posición y confía en el largo plazo

Si el mercado bajista te pilla con una cartera de acciones y tu convicción con respecto al valor de estas compañías no ha cambiado, no pierdas la calma: espera hasta que escampe el temporal. “La cualidad más importante para un inversor es el temperamento, no el intelecto”, señala Buffett.

En este sentido, es importante tener la vista puesta en el largo plazo y ser conscientes de que el tiempo pone las cosas en su sitio. “El tiempo es amigo de los buenos negocios y enemigo de los mediocres”, dice.

No obstante, es cierto que no todo el mundo tiene la fortaleza psicológica (o “el estómago” en palabras de Peter Lynch) para encajar las pérdidas que puede experimentar la bolsa en el corto plazo. Por eso es importante que seas consciente de cuáles son tus objetivos financieros, con el consiguiente horizonte temporal, así como tu verdadero nivel de tolerancia al riesgo. De ese modo podrás optar por una distribución de activos (asset allocation) que te permita dormir tranquilo por la noche.

En palabras de Buffett, “el miedo es como el coronavirus: afecta más a unas personas que a otras. Y si no puedes manejarlo psicológicamente, no deberías invertir, ya que vas a comprar y vender en el momento equivocado”.


No te obsesiones

Una derivada del consejo anterior y que puede resultar muy útil a la hora de mantenerse zen y no dejarse llevar por el pánico es sencillamente no estar demasiado pendiente de lo que hagan las bolsas. De hecho, cuando a Buffett le preguntaron qué recomendaba a los inversores cuando venían mal dadas, su respuesta fue contundente: “Que no sigan muy de cerca lo que hace el mercado”.

En este sentido, incluso las convicciones más firmes pueden tambalearse si el inversor está pendiente día a día de todo lo que hacen las cotizaciones de las compañías (o el valor liquidativo de los fondos) en las que invierte. Piensa que si tu estrategia se orienta hacia el largo plazo, en el corto tendrás que asumir una cierta volatilidad. Así que si el mercado atraviesa una mala racha, intenta no obsesionarte y mantén una cierta distancia. Recuerda que un exceso de ansiedad te puede llevar a vender antes de tiempo. Como reza el refranero: “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

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