Año nuevo, vida nueva. Muchos arrancan el mes de enero con una lista de buenos propósitos, desde dejar de fumar, hasta aprender inglés o ir al gimnasio. Y aunque es bueno preocuparse por la salud o por mejorar tus conocimientos, ¿por qué no hacerlo también por tu bolsillo? Si en tu lista de buenos propósitos para 2022 no has incluido todavía nada relacionado con la gestión de tus ahorros, no te preocupes. Te damos varias ideas que pueden interesarte. Si alguna te convence, no lo dudes: toma nota y ponte manos a la obra lo antes posible. Y es que, como dicen los expertos, “el mejor momento para invertir es ayer”.
1. Batir a la inflación
Invertir, es decir, poner tu dinero a trabajar siempre es una buena idea. Pero en un entorno inflacionista como el actual se hace directamente imprescindible. La inflación acumulada en España en 2021 fue superior al 5%. Y en 2021 podría rondar el 3%, según las previsiones.
En este contexto, si no inviertes tu dinero perderás poder adquisitivo. Dicho de otro modo: con el mismo dinero el día de mañana podrás comprar menos cosas. Por tanto, la única alternativa es invertir el dinero y tratar de que crezca. O de que lo haga al menos en la misma medida en que lo hace la inflación, para que tu poder adquisitivo, como mínimo, no se vea perjudicado.
Para ello existen multitud de opciones, tanto desde la perspectiva de productos financieros (fondos de inversión, planes de pensiones, etcétera), como de los distintos activos y mercados en los que puedes invertir. Pero antes de nada es imprescindible que te marques un objetivo para tus ahorros, especialmente un horizonte temporal, y que compruebes cuál es tu nivel de tolerancia al riesgo. A partir de ahí podrás estimar cómo debería ser a grandes rasgos tu cartera ideal.
Otra opción es que delegues esta tarea en un roboadvisor. En ese caso, puedes rellenar un test online que determinará cuál es tu perfil como inversor. En función de ese perfil se te adjudicará la cartera de indexados más acorde para tus necesidades. La entidad se encarga de gestionar esa cartera para ti, por lo que no tendrás que preocuparte por nada más.
2. Gastar menos, ahorrar más
Algunas personas aseguran que no invierten porque sencillamente llegan demasiado justos a fin de mes y no son capaces de ahorrar lo suficiente. Si es tu caso, es bueno que revises cuáles son tus gastos mensuales y que analices la posibilidad de recortar alguno. Ten en cuenta que el hecho de no ahorrar tiene consecuencias para ti: te impide cumplir objetivos financieros, como el ahorro para la jubilación, y te hace vulnerable al “efecto termita” que supone la inflación. Quizá desde esa perspectiva te merezca la pena prescindir de algún gasto superfluo a cambio de empezar a ahorrar, aunque sea una pequeña cantidad.
Tus ingresos deben cubrir todos tus gastos. Pero también te deben permitir generar un pequeño colchón de liquidez para imprevistos y, además, ahorrar para la consecución de tus metas financieras. En otras palabras, tu nivel de vida tiene que ir acorde con tus ingresos. Si vas con el agua al cuello todos los meses, es posible que estés viviendo por encima de tus posibilidades.
Si crees que te falta fuerza de voluntad para ahorrar todos los meses de forma sistemática, siempre puedes “obligarte a ello”, programando aportaciones periódicas. De ese modo, realizarás una transferencia automática todos los meses (o con la periodicidad que quieras) a tu vehículo de inversión favorito, sin que corras el peligro de caer en excusas o dejarte tentar por gastos inesperados.
3. Comprobar qué comisiones pagas (y si son abusivas)
A la hora de comprobar tus gastos y meter tijera, un buen sitio por el que comenzar son las comisiones que te cobra tu banco. Analiza todas las comisiones que pagas por los productos que tengas contratados, desde la cuenta corriente y la hipoteca a los diferentes productos de inversión. No lo chequees de memoria: puede ser que estés pagando comisiones de las que ni siquiera seas consciente. Mira tu saldo mensual y analiza los cargos del banco.
En este sentido, es verdad que pagar comisiones es algo necesario a cambio de recibir un buen servicio. Pero sólo si estas no son abusivas y se corresponden con la calidad del servicio recibido. Para evaluar si las comisiones que te cobra tu banco son las adecuadas, compara lo que cobra la competencia por ofrecerte el mismo servicio y piensa si tu banco te está aportando algún tipo de valor añadido que compense el posible sobreprecio. Si crees que no, entonces ha llegado el momento de pasarte a otro banco. O a un neobanco.
También es aconsejable que te fijes en las comisiones que pagas por tus fondos de inversión y tus planes de pensiones. En este post te explicamos cuáles son y cómo saber si son demasiado elevadas. En caso necesario, no dudes en traspasar tu inversión a otro producto con comisiones más bajas y, muy posiblemente, con rentabilidades más atractivas. Recuerda que tanto los fondos como los planes permiten la posibilidad de traspasar sin tener que tributar por el camino.
4. Invertir de cara a tu jubilación
Hay personas que no invierten de cara a su jubilación porque piensan que todavía queda demasiado tiempo. Otras argumentan que no tienen la capacidad de ahorro suficiente (como hemos visto en el punto 2), mientras que también hay quien confía en que el Estado será capaz de bregar con la delicada situación en la que se encuentra la hucha de las pensiones, así como el gran problema demográfico. Sin embargo, hay un hecho cierto y es que si no empiezas a ahorrar ahora para tu jubilación, cabe la posibilidad de que llegado el momento no dispongas de los ingresos suficientes para mantener tu nivel de vida (o un nivel de vida digno). ¿Estas dispuesto a correr ese riesgo? Si la respuesta es negativa, lo recomendable es que empieces a invertir desde ya.
No importa lo joven que seas: cuanto antes te pongas, antes te beneficiarás de las bondades del interés compuesto. Con un pequeño ahorro mensual podrás ir preparando el colchón para tu jubilación, una etapa de la vida en la que lo único de lo que deberías preocuparte es de descansar y disfrutar en compañía de los tuyos.
¿Qué instrumento de inversión es el más idóneo? Un clásico del ahorro para la jubilación son los planes de pensiones. Este producto cuenta con numerosas ventajas, entre las que sigue destacando la fiscalidad.
Los últimos cambios regulatorios han reducido el importe que puedes invertir en planes de pensiones desde 2.000 a 1.500 euros, pero siempre puedes complementar tu inversión en planes incluyendo en tu cartera fondos de inversión o una cartera de indexados.
5. Marcarte metas financieras
Más allá del ahorro para la jubilación es posible que tengas otros objetivos que te gustaría alcanzar y que implican un cierto desembolso económico: hacer un master, realizar un viaje, comprar un coche, pagar un curso en el extranjero a los niños, etcétera. Si es así, es importante que no dejes la planificación financiera para el último momento. Si te organizas con tiempo, podrás ahorrar poco a poco y conseguir esa meta, casi sin darte cuenta. Analiza cuál es el horizonte temporal (es decir, la fecha en la que quieres retirar el dinero) y el importe que necesitas. Y recuerda que a medida que te vayas acercando a tu fecha objetivo, tendrás que ir reduciendo el riesgo de la inversión.
Puedes ahorrar para varias metas financieras distintas y seguir para cada una estrategia diferente, en función del plazo del que dispongas para cada una de ellas. Lo importante es que escojas los productos adecuados y que te sientas cómodo con el nivel de riesgo que asumas en cada momento.
6. Mejorar tu educación financiera
No se trata de que te hagas un experto en finanzas, pero sí de que adquieras los conocimientos suficientes para tomar las decisiones adecuadas para tu dinero. Esto no quita para que te dejes asesorar, si así lo deseas, pero siempre es bueno que cuentes con una base, para que no seas vulnerable a la influencia de los demás. Piensa que no todas las entidades actúan siempre en tu propio beneficio, con lo que es bueno que sepas en qué estás invirtiendo en cada momento y por qué. Cuanto más sepas, menos podrán engatusarte.
Además, entender algunos conceptos básicos en materia de economía e inversión también contribuye a enriquecer tu cultura personal. Te puede ayudar incluso a la hora de emprender un negocio nuevo y podrás poner tu granito de arena para construir una economía más sólida (diversos estudios indican que los países cuyos ciudadanos tienen una mayor cultura financiera tienden a tener menos recesiones económicas). ¿Todavía no te hemos convencido? Te explicamos varias razones por las que mejorar tu educación financiera aquí.
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