Hay algunas ideas que todos los inversores deberíamos tener siempre presentes, tanto los novatos como los inversores experimentados. Entre ellas, la eficiencia del ahorro a largo plazo, el impacto de las comisiones en nuestra cartera, el riesgo de dejarse llevar por las emociones y el peligro que supone la inflación, esa termita que devora poco a poco tus ahorros.
Para que te queden todavía más claros, hemos seleccionado cinco gráficos muy sencillos que te ayudarán a visualizar estas ideas y comprender la importancia que tienen. Algunos son gráficos conceptuales, pero otros se calculan sobre datos reales, para que te hagas una idea del verdadero impacto que tendrían sobre tu cartera.
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Gráfico 1: Las emociones del inversor
Este gráfico representa los sesgos emocionales que predominan en los inversores en función del punto del ciclo bursátil en el que se encuentran. Así, cuando los mercados están subiendo, los inversores se dejan llevar por el optimismo, que se transforma en excitación y emoción a medida que las bolsas se revalorizan. En periodos como este suele predominar el exceso de confianza. Muchos invierten simplemente porque los mercados están subiendo (una de las peores razones para invertir) y no quieren quedarse sin su trozo del pastel. Esto alcanza su climax cuando los mercados están en máximos, que es irónicamente el peor momento para entrar, ya que es cuando las bolsas están más caras.
A partir de ahí se inicia la caída y los inversores entran rápidamente en estado de ansiedad, temor y, directamente, pánico. Cuanto más caen las bolsas, más deseosos están de vender y lo hacen de forma indiscriminada. Predomina la aversión a las pérdidas y los inversores olvidan por completo sus objetivos a largo plazo y el hecho de que la volatilidad es consustancial a la bolsa. Tampoco tienen en cuenta que acertar el momento de entrada o salida del mercado (market timing) es muy complejo y, a menudo, contraproducente. Y es que es muy posible que por intentar frenar las pérdidas, se pierdan buena parte del rebote (con lo que al final acabarán perdiendo más dinero). El mercado toca suelo cuando el miedo está en su máxima expresión. Y sin embargo, ese es precisamente el mejor momento para entrar, ya que es cuando la bolsa está más barata.
Después, las bolsas rebotan, renace la esperanza y el ciclo vuelve a empezar.
Sólo nos queda por añadir una pregunta… ¿En qué momento del ciclo crees que nos encontramos ahora?
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Gráfico 2: Mejor a largo plazo
Este gráfico es una recreación de los altibajos que suelen experimentar las bolsas en diferentes periodos temporales. En el corto plazo, los vaivenes son más fuertes y la tendencia no es clara. Pero a medida que incrementamos el plazo, las oscilaciones tienden a ser más reducidas y la tendencia se define como claramente alcista.
Hemos preferido utilizar un gráfico conceptual (no real), pero si quieres puedes hacer el ejercicio con tu índice/mercado favorito… comprobarás que efectivamente la volatilidad es elevada en el corto plazo pero en el largo, la bolsa suele tener una tendencia positiva. De hecho, diferentes estudios históricos apuntan que la renta variable es el activo más rentable en el largo plazo.
La principal enseñanza que podemos extraer de este gráfico es que, en la medida de lo posible, hay que poner las miras en el largo plazo y confiar en que esos altibajos que tanto nos preocupan en el presente acabarán convirtiéndose en una trayectoria alcista y rentable.
Ojo, porque el periodo temporal de nuestra inversión va muy ligado a nuestras metas financieras. Por muy interesante que sea la inversión a largo plazo, es posible que necesites recuperar el dinero en el corto (por ejemplo, cuando ahorras para un master o un coche que te quieres comprar dentro de un año). En ese caso, esas oscilaciones en el corto pueden darte más quebraderos de cabeza de los que crees, así que procura hacer una buena diversificación de la cartera, incluyendo otros tipos de activo más allá de la renta variable.
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Gráfico 3: Las ventajas del interés compuesto
¿Qué podemos decir de esa octava maravilla que es el interés compuesto? El concepto resulta tan atractivo que le hemos dedicado varias entradas del blog, como esta y esta. Te recordamos que el interés compuesto es aquel que se calcula de forma acumulativa, es decir, que tiene en cuenta tanto la inversión inicial como los rendimientos generados hasta ese momento. En contraposición, el interés simple se calcula sólo sobre la inversión inicial, por lo que crece menos rápido.
¿Qué tiene el concepto de interés compuesto (o capitalización compuesta) que fascina tanto a los inversores? Fundamentalmente, es una forma de expresar la eficiencia que supone la inversión a largo plazo. Si le das tiempo a tu dinero para que trabaje para ti, la revalorización será acumulativa. Por tanto, el dinero no sólo crecerá, sino que lo hará cada vez más rápido.
De aquí podemos extraer no sólo la conclusión de que invertir a largo plazo es una buena idea. También que cuanto antes empieces a invertir, más jugo podrás sacarle a tus ahorros y más posibilidades tendrás de alcanzar tus metas financieras.
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Gráfico 4: El impacto de las comisiones
Todos tenemos en la cabeza que el precio de las cosas debe estar ajustado al valor que nos aportan, así como al precio que tienen otros productos similares. Sin embargo, a la hora de invertir en fondos, muchos olvidan esta noción basada en el sentido común. En algunos casos, porque ignoran directamente las comisiones que le cobra su fondo o bien porque no saben cómo determinar si son razonables o no. Pero también se produce un sesgo cognitivo que nos induce a minusvalorar las cifras que nos parecen pequeñas.
Y aquí es donde entra nuestro gráfico. Si hablamos de un fondo que cobra una comisión del 1% o del 3%, te puede parecer que la diferencia es menor. Sobre todo, si se trata de un fondo de bolsa, en el que la volatilidad ya es de por sí muy elevada. Pero si extrapolas el impacto de esa comisión en el largo plazo, descubrirás que esa “pequeña” diferencia, entre un 1% y un 3%, puede suponer una merma muy importante en la rentabilidad final, del orden de un tercio del capital invertido.
¿Quiere esto decir que hay que escoger siempre los fondos más baratos, es decir, aquellos con las comisiones más bajas? No necesariamente. Pero sí es aconsejable asegurarnos de que la comisión que cobra nuestro fondo, sea de gestión activa o de gestión pasiva, va en consonancia con los demás productos de su categoría, el nivel de dificultad que implica gestionarlo y el valor añadido que nos aporta.
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Gráfico 5: Así te afecta la inflación
Finalmente, y ahora que has visto cómo las pequeñas cifras pueden multiplicar su efecto en el largo plazo (y convertirse en algo preocupante), llegamos a otro de los gráficos estrella: el impacto de la inflación en nuestros bolsillos.
Este gráfico resulta clave para los inversores, pero aún más para los ahorradores que todavía no se animan a invertir su dinero. Especialmente en un entorno como el actual, en el que el IPC se encuentra en niveles del 7% en términos interanuales.
Representa cómo se deteriora tu capacidad adquisitiva a causa de la inflación. Para ello toma como base un ahorro de 100 euros y analiza el poder de compra de esos 100 euros en función de diferentes escenarios de inflación, a lo largo de los años. Como puedes observar, esos 100 euros podrán comprar cada vez menos cosas, especialmente si la inflación repunta.
¿Cómo ponerle freno a esta sangría? La única vía para no perder poder adquisitivo es invertir el dinero. En otras palabras: intentar que tu dinero genere más dinero, y así te compense del impacto negativo que supone la inflación.
Obviamente, cuanto más suban los precios, más acuciante será esa meta y más rentabilidad necesitarás para neutralizar el mordisco de la inflación.