En un contexto de elevada inflación como el actual, con el IPC interanual en niveles del 10%, muchos ahorradores deciden salir de la relativa seguridad de sus cuentas corrientes e invertir su dinero para no perder poder adquisitivo. Pero a la hora de tirarse a la piscina surge la gran pregunta: ¿es buen momento para invertir? ¿Deberías hacerlo del tirón o es mejor planificar una estrategia de entrada más gradual? Analizamos los pros y contras de ambas opciones.
Los riesgos del market timing
Está claro que una de las claves del éxito en el mundo de la inversión es acertar con el mejor momento de entrada al mercado, lo que se conoce como market timing. Si compramos cuando las bolsas están tocando suelo, es decir, cuando todo está barato y los índices están a punto de rebotar, sacaremos el máximo provecho a nuestra inversión.
Visto de esa manera, sólo habría que averiguar en qué punto del ciclo de mercado nos encontramos y esperar a que llegue el momento idóneo para poner toda la carne en el asador. El problema es que saberlo con seguridad es virtualmente imposible. Y no sólo para los pequeños inversores. Grandes gurús del mundo de la inversión, como Warren Buffett, alertan de los riesgos del market timing. Intentar acertar con el mejor momento de entrada o de salida del mercado es jugárselo a una sola carta. Y si la apuesta sale mal, puede salir el tiro por la culata.
Por ejemplo, imagina que quieres invertir en bolsa y decides esperar el momento propicio. Lo habitual es que te dejes llevar por alguno de los sesgos cognitivos más habituales en el mundo de la inversión (como la aversión a las pérdidas o el exceso de confianza) y compres cuando el optimismo inunda los mercados. Normalmente eso sucede cuando las bolsas están en máximos y los inversores, llevados por la euforia, tienden a minusvalorar los riesgos. Por tanto, es muy posible que compres caro y que te incorpores a la montaña rusa bursátil justo cuando está a punto de caer.
Y al revés. Cuando el abatimiento cunde entre los inversores y los ánimos son claramente pesimistas, lo más probable es que te sientas reacio a invertir. Sin embargo, ese es precisamente el clima de opinión que impera cuando los mercados están tocando suelo y se hallan a punto de repuntar. Por tanto, si prefieres mantenerte al margen hasta que se produzca la subida, y esta demuestre ser un cambio de tendencia y no un mero rebote puntual, quizá sea demasiado tarde. Para cuando entres al mercado, es muy posible que te hayas perdido buena parte de la racha alcista.
En definitiva, el momento de entrada al mercado es clave, pero acertar con él no sólo es muy complejo, sino que intentarlo puede resultar contraproducente. ¿Qué hacer entonces?
Estrategia DCA: entrar paso a paso
Una de las estrategias más conocidas para diluir los efectos del market timing es el DCA, siglas de Dollar Cost Averaging. Este término, que en inglés se traduciría como “promedio del coste en dólares”, consiste en invertir la misma cantidad de dinero cada cierto tiempo, ya sea una vez al mes, al trimestre, o con la periodicidad que establezca el inversor.
Por ejemplo, si quieres invertir 12.000 euros en una cartera de fondos, una forma de aplicar la estrategia DCA sería dividir ese capital en 12 mensualidades e invertir 1.000 euros el primer día de mes durante un año.
Para que la estrategia funcione y nuestra psicología inversora no nos juegue malas pasadas, lo mejor es programar esas aportaciones mediantes transferencias periódicas, para que se ejecuten de manera automática.
De este modo, entrarías al mercado de forma recurrente, fuera cual fuera el momento que atravesase. A veces comprarías barato y a veces caro. Pero al menos no te lo jugarías todo a una sola carta.
Una variante de la estrategia de las aportaciones periódicas es el value averaging, que consiste en establecer un valor objetivo para nuestra cartera y fijar las aportaciones en función de ello.
Invertir todo de golpe: por qué esperar
Las aportaciones periódicas suponen una buena manera de combatir los efectos perniciosos del market timing, pero aún así tienen sus detractores. Y es que hay toda una corriente inversora, como la de los bogleheads, que propugna que el mejor momento para invertir es ayer. ¿A qué se refieren con esto? Lo ideal es invertir con vistas al largo plazo, es decir, con un horizonte de inversión de al menos cinco, diez o incluso veinte años. En ese periodo los mercados vivirán todo tipo de altibajos, vivirán rachas positivas y negativas, pero al cabo del tiempo lo habitual es que la renta variable se revalorice.
Por tanto, si tus miras están fijas en el largo plazo, el momento de entrada actual no es tan importante. Y desde esa perspectiva, más vale pronto que tarde. Cuanto antes inviertas, antes empezará a crecer tu dinero y antes te beneficiarás de las ventajas del interés compuesto.
Entonces, ¿por cuál de las dos estrategias deberías decantarte: invertir todo de golpe o mediante aportaciones periódicas? Lo cierto es que no hay ninguna que objetivamente sea mejor que la otra. Pero aún así te podemos dar un par de pistas para que puedas tomar la mejor decisión.
La primera es que valores cuál es el importe que vas invertir. Si es un importe pequeño (por ejemplo, en relación a tus ingresos anuales), el riesgo del market timing quizá no sea tan relevante. En cambio, con importes de mayor calado es probable que te sientas más cómodo con una estrategia DCA.
Y en segundo lugar, ten en cuenta cuál es tu perfil como inversor y tu nivel de tolerancia al riesgo. ¿Eres de los que se angustian cuando las bolsas están corrigiendo o tienes perfectamente asumida esta posibilidad y mantienes tu mirada fija en el largo plazo? En el primer caso, la estrategia DCA será probablemente la más adecuada, ya que es la más prudente. Además, y siguiendo el ejemplo anterior, si entras al mercado en doce ocasiones, en lugar de en una, será menos probable que en las doce ocasiones pierdas.
Pero si eres “un inversor con estómago”, como diría Peter Lynch, que asume sin problemas las correcciones del mercado, puedes plantearte invertir todo de golpe, en la confianza de que, aunque en el corto plazo quizá el momento de entrada no sea el adecuado, en el largo cosecharás los frutos de tu inversión.