qué es un hedge fund, o fondo de inversión alternativa

Los fondos de inversión son el instrumento de ahorro por excelencia del inversor particular. Entre otras cosas porque la regulación española (y europea) les obliga a cumplir con una serie de requisitos que garantizan su transparencia, liquidez y diversificación.

Sin embargo, existen otros productos más flexibles que no están sujetos a ese tipo de ataduras. Nos referimos a los hedge funds, o fondos de inversión alternativa. Esta libertad de movimiento les dota de un mayor potencial de rentabilidad, aunque también incrementa el riesgo.

Hasta hace poco, la normativa los restringía a inversores profesionales y grandes fortunas, con un mínimo de inversión de 100.000 euros. Sin embargo, el regulador ha querido democratizar la inversión en estos productos, como hizo en su día con los fondos de capital riesgo.

Así, tras la publicación del Real Decreto 1180/2023 del pasado diciembre, la inversión mínima en hedge funds se ha reducido desde los 100.000 hasta los 10.000 euros.

Eso sí, es imprescindible que exista previamente la recomendación de un asesor financiero. Además, la inversión no puede superar el 10% del patrimonio total del cliente (a menos que éste supere los 500.000 euros).

Definición

Para entender el concepto de hedge fund es necesario ponerlo en contraposición con el de fondo de inversión.

Los fondos de inversión, es decir, los fondos convencionales a los que tiene acceso cualquier cliente particular, están regulados como Instituciones de Inversión Colectiva, lo cual les obliga a cumplir con una serie de parámetros legales. Por ejemplo, deben invertir prioritariamente en valores que coticen en mercados regulados, como la bolsa y la renta fija. La normativa también limita la exposición que pueden tener a derivados y su capacidad para desarrollar algunas estrategias alternativas, como las bajistas.

En cambio, los hedge funds no tienen que cumplir con todas esas restricciones. Su figura legal en España es la de Fondos (o Sociedades) de Inversión Libre y aunque también tienen algunas limitaciones, son muy pocas en comparación con las de un fondo de inversión convencional.

De este modo, pueden invertir en todo tipo de activos e instrumentos, desde bolsa y renta fija hasta derivados, materias primas, divisas, criptomonedas… y todo ello, en la proporción que quieran.

Estrategias

Los hedge funds son considerados productos de alto riesgo. Pero curiosamente la idea con la que fueron creados (allá por la década de los 50) fue preservar el capital de sus clientes, sorteando las malas rachas del mercado.

Para ello, implementaban estrategias que les permitieran cubrirse, o protegerse, en periodos bajistas. De ahí el nombre, ya que la palabra “hedge” significa cobertura.

Una de las características de estos productos es su capacidad para adoptar posiciones cortas. En otras palabras: estrategias que les permiten beneficiarse cuando la cotización de una compañía cae en bolsa. Esta es la razón por la que algunos hedge funds han acaparado titulares como protagonistas de la actualidad de los mercados. Y es que tienen la posibilidad de propiciar, o cuanto menos beneficiarse, del castigo bursátil a ciertas compañías, como ocurrió el pasado otoño con Grifols.

Sin embargo, no todos los hedge funds son bajistas. De hecho, constituyen un grupo muy heterogéneo en el que la mayoría de los productos no se parecen en nada entre sí.

Algunas estrategias son más conservadoras y otras más agresivas o arriesgadas. Hay productos que son claramente alcistas, otros claramente bajistas, y otros que mezclan ambas estrategias.

También hay fondos como los global macro, que intentan aprovechar las tendencias macroeconómicas que detectan a nivel mundial, mientras que los event driven buscan oportunidades de inversión ligadas a eventos corporativos.

Pros y contras

Los hedge funds tienen libertad para invertir en un amplio abanico de activos y de formas muy diversas. Esto les permite desligarse de la tendencia general del mercado y buscar la máxima rentabilidad posible al margen de lo que esté haciendo la bolsa o los mercados de deuda.

Como la gestión de estos productos es particularmente complicada, las comisiones son más elevadas y suelen ir vinculadas en buena medida a la rentabilidad que obtengan. Así, lo habitual es que apliquen un esquema 2/20 (o similar), con un 2% de comisión de gestión y un 20% de comisión de éxito.

Además, tienen la posibilidad de apalancarse. En otras palabras: endeudarse para multiplicar el efecto de su inversión. Esto puede resultar muy beneficioso cuando la estrategia sale bien, y lógicamente muy negativo, cuando se equivocan. Por tanto son productos con un alto potencial de rentabilidad, pero también con un riesgo elevado.

Por otro lado, en comparación con los fondos de inversión son poco transparentes y no suelen ofrecer liquidez diaria. Algunos, por ejemplo, sólo permiten comprar o vender las participaciones una vez al trimestre. Esto es así porque a menudo invierten en activos (o desarrollan estrategias) que para alcanzar el éxito requieren deshacer la inversión en momentos muy determinados.

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